martes, 23 de febrero de 2010

EL ANACORETA Y CÓMO AYUDAR AL QUE SUFRE...


El discípulo se acercó al Anacoreta. Se le veía muy molesto. Antes de que el anciano le preguntara qué le pasaba, el joven dijo con enfado:
- No hay derecho. He intentado consolar a mi amigo en su dolor y, en vez de agradecérmelo, me ha mandado a paseo con violencia...
Rió el Anacoreta y respondió:
- No me extraña. No hay cosa más molesta que, cuando has recibido un duro golpe, te vengan a dar consejos, a poner paños calientes y a intentar levantarte.
El joven que le seguía preguntó extrañado:
- No entiendo. ¿Entonces, qué hemos de hacer?¿Dejarlo tirado?
Sonrió el Anacoreta e hizo sentar al joven. Luego dijo:
- Todos necesitamos un tiempo para "digerir" nuestra situación. Es lo que se llama vivir el tiempo de duelo. Cuando algo nos ha golpeado y nos ha dejado hundidos, primero necesitamos llorar, lamentarnos, quizá gritar...El buen amigo no dirá nada. Se quedará junto a nosotros en silencio. Cuando vea que nos vamos calmando, entonces, como mucho, nos tomará la mano. Pero siempre en silencio. ¿Sabes por qué? Porque primero necesitamos asumir nuestra debilidad. El hecho de que el amigo esté junto a nosotros...es suficiente para hacernos ver que no estamos solos. Somos débiles, pero ahí hay alguien para sostenernos.
Luego, mirándole a los ojos, añadió:
- Sabes...Esa es la ventaja de tener Fe. Sabemos que Él siempre está a nuestro lado. No como un mago...Él no nos curará el cáncer...Él no nos encontrará trabajo...Él no nos devolverá a nuestro hijo...Él nos da fuerzas para luchar. ¿Sabes cuál es la alegría más auténtica? La del que ha visto el horror y puede seguir sonriendo. Teresa de Calcuta pasó los últimos años de su vida en una constante noche oscura...sin embargo no perdió la sonrisa. Contempla la sonrisa del misionero que vuelve tras vivir años conviviendo con el hambre, la enfermedad, la injusticia...
Se paró unos instantes y concluyó:
- Pues nosotros hemos de ser ese Dios presente en silencio junto al que sufre...
Y permanecieron los dos, uno junto al otro, en silencio durante un buen rato...

7 comentarios:

  1. Qué consejos tan sabios nos deja hoy el Anacoreta....
    Muchas veces en nuestro afán de ayudar, de compartir, de hacer nuestra la pena del amig@ o de quién sabemos que sufre, nos perdemos en palabras e interrumpimos ese silencio tan necesario para interiorizar esos momentos de dolor.

    Hoy me gustaría pedir-Le que me ayude a saber respetar esos silencios, que Su presencia se haga visible para quienes están sufriendo y que sea capaz de no perder nunca la sonrisa

    Un abrazo y feliz día

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  2. Joan, cuando el amigo está lejos al menos tenemos que romper nuestro silencio para decirle que a pesar de la inevitable distancia, estamos a su lado, si no, ¿cómo lo sabría?.
    Puede suponerlo claro, pero entiendo que no está demás manifestarle expresamente al menos eso, que estamos con el aunque luego guardemos silencio y dejemos que digiera su dolor.
    Un abrazo.
    Pepe.

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  3. Te leo en silencio y espero....
    Pero, las ganas de gritar .... esas, tengo que sujetarlas.
    Un beso grande
    Gloria

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  4. Hoy he aprendido una lección nueva.
    Gracias Joancito, un fuerte abrazo y ahhh gracias por tu comentario hoy en mi blog me ha puesto happy happy...

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  5. Se necesita una cierta dosis de sabiduría para saber pedir ayuda cuando realmente es necesaria y para saberla ofrecer.

    Un Abrazote, Joan.

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  6. Sí,el duelo lleva esa parte necesaria de silencio para asumir,para aceptar(lo que cuesta¡¡¡)
    Y me he quedado sin palabras.LA cabeza da saltos que no puede controlar.

    Besucos de esperanza

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  7. Hola JOAN...una vez más muestra el Anacoreta su sabiduria.
    Gracias a esos amigos que apoyan,gracias a esas oraciones que se elevan...
    Gracias por estar ahí,sois puntales importantes .
    Ahora estamos al principio de la carrera...yo solo puedo animarla para que llegue a la meta la primera,y eso aré con todo mi amor , y la fuerza que me manden "desde arriba"..
    Gracias por estar ,gracias por vuestro hombro..
    isa

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