domingo, 15 de junio de 2014

DIOS ES AMOR, COMUNIDAD Y SALVACIÓN


 "Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios."

Hoy es la festividad de la Trinidad. Un misterio inexplicable. Todos conocemos la leyenda en que San Agustín se paseaba por la playa reflexionando sobre la Trinidad y encontró un niño intentando llenar de agua un hoyo en la arena. Cuando le preguntó lo que hacía, el niño respondió, que intentaba meter todo el agua del mar en aquel hoyo. Rió Agustín y le dijo que aquello era imposible. Ante su sorpresa el niño le respondió: "Más difícil es todavía, que comprendas el misterio de la Trinidad."
A pesar de la leyenda los teólogos no han dejado de intentarlo. (El mismo Agustín escribió un tratado sobre la Trinidad)
La Trinidad no podemos entenderla, pero podemos experimentarla. Jesús en el evangelio nos da a conocer al Padre, y, al partir nos dice, que nos deja el Espíritu.
Es a través de Jesús que podemos experimentar la Trinidad. Un Padre que es Amor. Un Padre que nos envía a su Hijo para salvarnos. Un Padre y un Hijo que nos dejan al Espíritu, para que nosotros también seamos capaces de amar.
Un Padre un Hijo y un Espíritu que son Un sólo Dios, porque son la comunidad perfecta. Y un Dios que nos invita, haciendo hombre a su Hijo y comunicándonos su Espíritu, a formar parte de esa comunidad.
Vivir la Trinidad es ver a Dios en todo y en todos. Vivir la Trinidad es sentirse hermano de todos en Jesucristo.  
Vivir la Trinidad es entregarse a los demás, como Dios se nos entrega a nosotros por su Hijo.
Vivir la Trinidad es sentirse uno en el UNO.

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