lunes, 14 de marzo de 2016

DIOS DE EXILIADOS Y REFUGIADOS


Esta oración de Florentino Ulibarri, publicada en su libros Brisa y rocío, es de rabiosa actualidad. Como creo que todos deberíamos meditarla, os la dejo aquí, en el Rincón.

Dios y Padre nuestro,
tú que eres un Dios exiliado y refugiado,
escucha los silencios y los gritos
de los que no tienen casa ni hogar,
de los que no tienen patria ni trabajo,
de los que viven a la intemperie,
escondidos o en tierra extranjera
por salvar su dignidad y su vida.

Tú que eres un Dios exiliado y refugiado,
escucha los silencios y los gritos
de los perseguidos, de los prisioneros de guerra,
de las viudas y huérfanos,
de los desplazados por cualquier motivo...
Mantennos unidos a ellos;
que nuestra compasión y solidaridad
cree lazos y redes
que les transmitan alegría y seguridad.

Tú que eres Dios de exiliados y refugiados,
muéstranos la parte de nosotros que vive en el exilio,
que está perdida y necesita volver a casa.
Danos el calor y ternura que necesitamos
para sentirnos queridos y protegidos.
Guíanos a nuestro ser verdadero
para que vivamos como hijos y hermanos.

Tú que eres Dios de exiliados y refugiados, 
ayúdanos a ver claramente
los aspectos de nuestra cultura que crean exclusión
y nos hacen vivir en cautiverio.
Concédenos la visión, el coraje y la fuerza necesaria
para mantener los valores del Evangelio.

Tú que eres Dios de exiliados y refugiados,
llama a la Iglesia con voz firme y clara
a volver a los caminos de la justicia y la verdad.
Y danos a todos los que decimos seguirte
un corazón compasivo y una mente abierta
para que nadie permanezca en el exilio.
¡Tú, Dios de exiliados y refugiados!

(Florentino Ulibarri)

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