sábado, 12 de marzo de 2016

NUESTROS VALORES


"Entre la gente se encontraban algunos que al oir estas palabras dijeron:
– Seguro que este hombre es el profeta.
Otros decían:
– Este es el Mesías.
Pero otros decían:
– No, porque el Mesías no puede venir de Galilea. La Escritura dice que el Mesías ha de ser descendiente del rey David y que procederá de Belén, del mismo pueblo de David.
Así que la gente se dividió por causa de Jesús. Algunos querían apresarle, pero nadie llegó a ponerle las manos encima.
Los guardias del templo volvieron a donde estaban los fariseos y los jefes de los sacerdotes, que les preguntaron:
– ¿Por qué no lo habéis traído?
Contestaron los guardias:
– ¡Nadie ha hablado nunca como él!
Los fariseos les dijeron entonces:
– ¿También vosotros os habéis dejado engañar? ¿Acaso ha creído en él alguno de nuestros jefes o de los fariseos? Pero esta gente que no conoce la ley está maldita.
Nicodemo, el fariseo que en una ocasión había ido a ver a Jesús, les dijo:
 – Según nuestra ley, no podemos condenar a un hombre sin antes haberle oído para saber lo que ha hecho.
Le contestaron:
– ¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras y verás que ningún profeta ha venido de Galilea."

La gente dudaba ante Jesús. Los guardias enviados a apresarle, regresan con las manos vacías diciendo. ¡Nadie ha hablado nunca como él! Pero los fariseos no lo reconocen.
A Jesús lo aceptamos o lo rechazamos, según nuestros valores. La gente sencilla, los guardias, ven la humanidad de Jesús y escuchan lo que dice. Sus valores son la sencillez, la humanidad, el amor, la fraternidad...Por eso captan, aunque no lo conozcan, quién es Jesús. Los fariseos, los maestros de la ley, lo cifran todo en sus conocimientos, en las apariencias. Sus valores son el poder, la influencia, el nivel social. Por eso no pueden aceptar a Jesús.
Nosotros debemos examinar cuáles son nuestros valores. Si para nosotros es importante el saber, la posición social, la influencia, el poder, es muy probable que no reconozcamos a Jesús, si no a una falsa imagen que nos hemos hecho de él.
Si para nosotros lo importante es el amor, la fraternidad, la solidaridad...reconocemos al Jesús verdadero, aunque quizá no lo conozcamos. 

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