jueves, 7 de julio de 2016

CONDICIONES DE LA MISIÓN


"Id y anunciad que el reino de los cielos está cerca. Sanad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos y expulsad a los demonios. Gratis habéis recibido este poder: dadlo gratis.
No llevéis oro ni plata ni cobre ni provisiones para el camino. No llevéis ropa de repuesto ni sandalias ni bastón, pues el obrero tiene derecho a su sustento.
Cuando lleguéis a un pueblo o aldea, buscad a alguien digno de confianza y quedaos en su casa hasta que salgáis de allí. Al entrar en la casa, saludad a los que viven en ella. Si la gente de la casa lo merece, la paz de vuestro saludo quedará en ella; si no lo merece, volverá a vosotros. Y si no os reciben ni quieren escucharos, salid de la casa o del pueblo y sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que en el día del juicio el castigo de ese pueblo será más duro que el de los habitantes de la región de Sodoma y Gomorra."

La misión es clara: sanar, ayudar, erradicar el mal. La condición es única: hacerlo gratis. 
Nuestra misión no está separada de nuestra vida. Es vivir la vida entregándonos. Por desgracia, nosotros hacemos mil reuniones para planificar, buscar fondos, marcar estrategias... y olvidamos lo fundamental: entregarnos. 
Nuestra misión se ha de realizar en el día a día, con las personas más cercanas. A veces nos dedicamos a grandes obras y olvidamos a nuestra familia o nuestra comunidad. Debemos repartir paz a nuestro alrededor. Es a partir de nuestro entorno, que podremos ayudar a los demás. El amor no se cobra. Se ama gratis o no es amor. Es amando que cumpliremos nuestra misión.

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