viernes, 12 de agosto de 2016

YA NO SON DOS, SINO UNO SOLO


"Unos fariseos se acercaron a Jesús, y para tenderle una trampa le preguntaron:
– ¿Le está permitido a uno separarse de su esposa por un motivo cualquiera?
Jesús les contestó:
– ¿No habéis leído en la Escritura que Dios, al principio, ‘hombre y mujer los creó’? Y dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán como una sola persona.’ Así que ya no son dos, sino uno solo. Por lo tanto, no separe el hombre lo que Dios ha unido.
Ellos le preguntaron:
– ¿Por qué, pues, mandó Moisés entregar a la esposa un certificado de separación cuando se la despide?
Jesús les dijo:
– Precisamente por lo tercos que sois os permitió Moisés separaros de vuestras esposas; pero al principio no fue así. Yo os digo que el que se separa de su esposa, a no ser por motivo de inmoralidad sexual, y se casa con otra, comete adulterio.
Le dijeron sus discípulos:
– Si esta es la situación del hombre respecto de su mujer, más vale no casarse.
Jesús les contestó:
– No todos pueden comprender esto, sino únicamente aquellos a quienes Dios ha dado que lo comprendan. Hay diferentes razones que impiden a los hombres casarse. Algunos ya nacen incapacitados para el matrimonio; a otros los incapacitan los hombres, y otros viven como incapacitados por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte."

El evangelio de hoy, aunque muchas veces se interprete así, no habla del divorcio, al menos no únicamente. El matrimonio en tiempos de Jesús era un contrato entre familias, y todo el poder lo tenía el hombre. Sólo él podía extender el libelo de repudio. Sólo él podía decidir separarse de la mujer. Jesús aquí, ante todo, defiende a la mujer. No está conforme con este desequilibrio. Para Jesús ambos han de ser uno sólo. Ninguno de los dos tiene preeminencia sobre el otro.  
De ahí el desconcierto de los apóstoles: "Si esta es la situación del hombre respecto de su mujer, vale más no casarse. Ellos, como sus contemporáneos, no entendían esa igualdad entre marido y esposa. El marido tenía que estar por encima.
Hoy las palabras de Jesús siguen vigentes. El matrimonio no es impuesto por las familias. Pero, se ha convertido en algo tan superficial, que se rompe a la menor dificultad. El hombre y la mujer que ya no son dos si no uno, se convierte en uniones de deseo, de capricho, que se rompen a la menor dificultad. Nuestra sociedad debe reflexionar sobre el sentido profundo del matrimonio y no convertirlo en un simple aparejamiento.

1 comentario:

  1. Bona nit Joan Josep. Avui hi ha molt per reflexionar tal i com está la societat.
    Gràcies per l´explicació.Una abraçada

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