jueves, 4 de mayo de 2017

UN PAN QUE ES ENTREGA


Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre, que me ha enviado; y yo lo resucitaré el día último. En los libros de los profetas se dice: ‘Dios instruirá a todos.’ Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él vienen a mí.
No es que alguien haya visto al Padre. El único que ha visto al Padre es el que ha venido de Dios. Os aseguro que quien cree tiene vida eterna. Yo soy el pan que da vida. Vuestros antepasados comieron el maná en el desierto, y sin embargo murieron; pero yo hablo del pan que baja del cielo para que quien coma de él no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo."

Jesús nos sigue diciendo que sólo Él conoce al Padre, y que es sólo a través de Él que nosotros podemos conocerlo.
Ese pan es su propio cuerpo. Un cuerpo entregado para que tengamos vida. Ese es el sentido profundo de la Eucaristía. Jesús se nos da cada día para que tengamos la vida eterna. Por la Eucaristía nos hacemos uno con Él y, así, también nosotros debemos entregar nuestras vidas por los demás, para repartir la Vida.
La Eucaristía no es únicamente una ceremonia. Es la reunión comunitaria en la que Jesús se nos da y nosotros nos identificamos con Él. Si al salir de la iglesia no salimos transformados en Amor, es que algo ha fallado en nosotros.   

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