domingo, 10 de septiembre de 2017

SABER CORREGIR


"Si tu hermano te ofende, habla con él a solas para moverle a reconocer su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, porque toda acusación debe basarse en el testimonio de dos o tres testigos. Si tampoco les hace caso a ellos, díselo a la congregación; y si tampoco hace caso a la congregación, considéralo como un pagano o como uno de esos que cobran impuestos para Roma
Os aseguro que todo lo que atéis en este mundo, también quedará atado en el cielo; y todo lo que desatéis en este mundo, también quedará desatado en el cielo. 
Además os digo que si dos de vosotros os ponéis de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo os lo dará. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." 

El evangelio de hoy nos lleva a meditar sobre dos cosas importantes.
Primero, cómo debemos actuar ante los fallos de los demás. No se trata de condenar, sino de ayudar a cambiar, de corregir. Por desgracia, lo que hacemos es hablar a sus espaldas, criticar. Jesús nos pide que hablemos con él. Que le ayudemos a reflexionar y rectificar su conducta. Si no conseguimos nada, se trata de hacer intervenir a los más allegados, para ver si así se consigue ayudarle. En caso negativo, se trata de recurrir a la comunidad. Considerarlo como un pagano o un cobrador de impuestos, para los judíos, era considerarlo un pecador. ¿Y qué hacía Jesús con los pecadores? Los amaba como el Padre bueno al hijo pródigo, como el pastor que busca la oveja perdida. Nunca hemos de condenar, siempre hemos de amar.
El segundo tema de este evangelio es la comunidad. La comunidad que se reúne Deberíamos reflexionar sobre nuestras misas y ceremonias religiosas. ¿Por qué cada vez asiste menos gente?¿Las vemos como una reunión activa en la que reina el espíritu de Jesús, de amor, de compartir, de lucha por la justicia, o es un acto rutinario al que no le encontramos sentido? Si queremos que de verdad Jesús se haga presente entre nosotros, mucho hemos de renovar nuestras misas y reuniones para orar. Si no, son meros ritualismos de los que Jesús está muy lejos.




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