domingo, 17 de diciembre de 2017

TESTIGOS DE LA LUZ


"Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz.
Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quién era. Y él confesó claramente:
– Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar:
– ¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías? 
Juan dijo:
– No lo soy.
Ellos insistieron:
– Entonces, ¿eres el profeta que había de venir? 
Contestó:
– No.
Le dijeron:
– ¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes decirnos acerca de ti mismo?
Juan les contestó:
– Yo soy, como dijo el profeta Isaías, 
‘Una voz que grita en el desierto:
¡Abrid un camino recto para el Señor!’
Los que habían sido enviados por los fariseos a hablar con Juan, le preguntaron:
– Pues si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
Juan les contestó:
– Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis: ese es el que viene después de mí. Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias. 
Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania, al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando."

Este domingo se conoce tradicionalmente como el domingo "Gaudete" (alegraos). Así empieza este día la misa: "Alegraos en el Señor; lo repito, vivid alegres. El Señor está cerca". En la primera lectura Isaías nos dice que aclama al Señor lleno de alegría. Y san Pablo, en la epístola, nos invita a vivir siempre alegres.
Juan se nos presenta como un testigo de la luz. Él no es la luz, él la anuncia. La gente sencilla acudía a bautizarse y a escuchar su mensaje. Los "buenos" de turno dudan de él y cuestionan sus actos. Juan, desde su humildad, les dice quien es él: una voz que grita en el desierto. Y les dice además, que en medio de ellos ya está la luz, pero ellos no saben verla.
En nuestra sociedad también hay voces que claman, testigos de la luz, que nos dice que Jesús ya está en medio de nosotros. Pero no sabemos verlo. Demasiadas cosas ocultan su persona. Como los fariseos y los maestros de la ley, lo esperamos en la riqueza, el poder, el dominio. Sin embargo, Él está en el pobre, en el enfermo, en el desnudo, en el inmigrante, en el encarcelado injustamente...
Hay que ser sencillo como Juan para saberlo ver. Estas Navidades los buscaremos en las iluminaciones, las grandes ceremonias, los banquetes...y olvidaremos que Él está en los demás, y está en nuestro corazón si sabemos amar. ¿Sabremos vivir la verdadera alegría de saberlo encontrar? Entonces seremos testigos de la Luz.


1 comentario: