domingo, 7 de enero de 2018

JUNTO AL JORDÁN


"En su proclamación decía:
- Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo. 
Jesús es bautizado 
Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. En el momento en que salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y vino una voz del cielo, que decía:
- Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido."

"En lo humano se hizo presente y visible el Dios trascendente." Así concluye José María Castillo su comentario sobre este evangelio. Y es que Jesús, para manifestarse, para empezar su vida pública, no lo hace como lo haríamos nosotros: a bombo y platillo, con una gran concentración, anunciándonos junto a personas importantes. Él se pone a la cola de la gente del pueblo, de los pecadores que querían que Juan los purificara con su bautismo.
Buscamos a Jesús donde nunca lo encontraremos. Buscamos a Dios donde no está visible. Jesús está entre los pecadores. Dios se hace visible en la gente humilde y sencilla. A lo trascendente llegamos a través de lo humano.
Junto al Jordán encontramos a un Jesús sobre el que baja el Espíritu y que el Padre lo considera su Hijo amado. Si queremos ser sus discípulos, debemos buscar al Espíritu, dejarnos llenar por Él y considerarnos hijos amados del Padre. Y esto sólo puede conseguirse cultivando la interioridad. Sabiendo mirar más allá de las cosas. Contemplando la realidad.



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